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sábado, 20 abril, 2024

¿De qué hablan Martín Guzmán y Roberto Feletti?

Este domingo el ministro de Economía Martín Guzmán y el secretario de Comercio interior, Roberto Feletti hablaron profusamente sobre las complejas tareas que están enfrentando. El ministro, para alcanzar o rechazar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El secretario, para encauzar la ascendente inflación. No fueron declaraciones hechas a las apuradas, sino que se hicieron en contextos bien tranquilos. Guzmán en un evento en el CCK que se tituló “Cómo salir de la trampa de la deuda externa”. Feletti en una distendida conversación radial.

Hubo una coincidencia en pintar a las contrapartes de las negociaciones como “enemigos de la Argentina”. El FMI para Guzmán; los empresarios productores de alimentos para el secretario Feletti. Un previsible intento de victimización, relatado como el enfrentamiento de un gobierno débil frente a un adversario mucho más poderoso.

Guzmán desde hace rato está enfrascado en que el caso Argentina -imposibilidad de pagar en tiempo y forma la deuda contraída, tanto con acreedores privados como con el FMI- es culpa del gobierno de Macri pero también de la llamada “arquitectura financiera internacional”.

Hay dos gobiernos en el mundo que visiblemente están a favor de modificar dicha arquitectura: Argentina y Cuba. Dicha arquitectura no es muy compleja: consiste en que se respeten los contratos: el que pide plata la devuelve. Simple, pero funciona.

 Lo demuestran todo el tiempo países de todas las latitudes. Este año Perú consiguió colocar deuda por 5.000 millones de dólares a plazos de hasta 30 años, a las tasas de interés más bajas de la historia. Uruguay hizo una rutina de refinanciar amistosamente sus vencimientos todo el tiempo, en condiciones favorables para el Gobierno, y que los acreedores aceptan de buena gana. Bolivia, Paraguay, Colombia, todos tomaron o toman dinero en el marco que establece esa arquitectura simple, pero que incomoda a las autoridades argentinas.

Guzmán y el kirchnerismo están enojados con el FMI porque le prestó 44.000 millones de dólares a la Argentina durante el gobierno de Macri.

Guzmán dice que esa plata no se empleó en construir caminos, escuelas, hospitales, rutas o mejorar la producción. No fueron ideados para eso los préstamos del FMI, pero es otra cuestión. Guzmán dice que la plata se usó para financiar la fuga de capitales. En verdad la plata se usó para pagar vencimientos de deuda. El stock de deuda era de US$ 332 mil millones antes de tomar el préstamo con el FMI y a finales de 2019 era de US$ 323 mil millones.

Guzmán dijo que lo ideal hubiera sido cesar los pagos a los privados y meterlos en un refinanciamiento, como el que Guzmán cerró en septiembre del año pasado con los acreedores privados que entregaron en canje papeles por US$ 100.000 millones.

Vale recordar que el riesgo país estaba en 870 puntos antes de las PASO de 2019 y saltó a casi 2000 puntos cuatro días después. Cuando Guzmán cerró la exitosa reestructuración de deuda el riesgo país bajó a 1.100 puntos. Hoy está arriba de los 1.600 puntos. Guzmán dice que no es un problema porque el primer vencimiento de capital con los privados es en 2024. Si el riesgo país no baja sensiblemente para entonces, habrá que declarar otro default. Esto va en contra de lo que dice Alberto Fernández, que quiere cerrar un acuerdo con el FMI para no dejarle un problema al próximo presidente.

Guzmán también dijo que el FMI no acepta el programa presentado por el Gobierno. “¿Quieren saber de qué lado del conjunto de intereses está cada quien en la Argentina? Miren a quién apuran en el acuerdo con el FMI. Miren si apuran al Gobierno o si apuran al FMI. A quien tendrían que estar apurando es al FMI; que baje los sobrecargos, que acepte el programa nuestro que ya hemos presentado”. El programa aún es desconocido. Sí se conoce que el Presupuesto 2022 está en el limbo. También que el ministro pretendió recortar subsidios a la energía y un subordinado se lo impidió.

Feletti, por su lado, señaló que el problema de la suba de precios es que la producción de alimentos está dominada por oligopolios. ¿Será el mismo problema que sufren los uruguayos?. Allí subirán todos los días los precios de los lácteos que fabrica el cuasi monopolio Conaprole?. Feletti Imaginará que en el resto de la región hay centenares de empresas compitiendo con sus mismos productos. También habló de las ganancias de las empresas. Increíble que no vengan más empresas de afuera a enriquecerse en el prometedor mercado argentino. Tal vez miraron lo que pasó con la acción de Molinos, que perdió -en dólares- el 84% de su valor en cinco años.

Feletti también subrayó que de la lista de 1300 productos incluidos en el congelamiento, el 46% están provistos por 18 empresas”. Está a la vista la atomización, más que la concentración de la oferta. Cada una de estas empresas tendría menos del 3% del mercado de dichos productos.​

Feletti también habló de que lo que hace falta es industrializar la producción primaria agropecuaria. Es el enésimo funcionario público que desde su despacho pretende explicar el secreto del éxito a quienes vienen trabajando en el sector hace por lo menos 50 años.

Sin nombrarlo, Feletti también criticó a Chile, por la rigidez de su estructura social. Chile es el país donde más bajó la pobreza en los últimos 30 años y donde -lo dice la OCDE- mejor funcionó la movilidad social ascendente. Acá, ocurrió y ocurre todo lo contrario.

Lo de Guzmán y Feletti es importante por lo que dicen, pero más por lo que no dicen.

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