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viernes, 29 marzo, 2024

Las oportunidades de invertir cuando se exagera el pesimismo

Por

Lucas Yatche

Senior Financial Advisor de Liebre Capital

En tiempos donde la volatilidad reina en los mercados financieros a nivel local e internacional, es relevante analizar los sesgos de comportamiento de los inversores, que al fin al cabo generan oportunidades de inversión, principalmente para quienes toman decisiones basados en criterios lógicos.

La evidencia empírica demuestra que los inversores en muchas ocasiones no actúan de forma racional a la hora de decidir y muchas veces no tienen estrategias que al fin y al cabo cumplan sus objetivos de maximizar utilidades. No caben dudas que las burbujas financieras existen y sobran los ejemplos de activos que cotizan muy alejados de su valor intrínseco o fundamental. En muchas ocasiones los mercados tardan en reaccionar ante determinada información o lo hacen de forma excesiva. Sin dudas, esto genera volatilidad y al mismo tiempo oportunidades.

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Si bien los “arbitrajistas” racionales pueden tener facilidad para detectar los desvíos en los precios de mercado, muchas veces no logran corregir esas desviaciones. Efectivamente, hay personas que utilizan de manera más eficiente que otras la información y logran obtener rendimientos extraordinarios. De esta forma, cuando se utiliza la información de forma eficaz y se detectan buenas oportunidades de inversión, puede resultar más eficiente una estrategia activa de inversión con la política de comprar y vender los activos en los momentos indicados.

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Ejemplos como la burbuja financiera japonesa de finales de los años 80´ y la de Estados Unidos en 2008 sirven para demostrar que los individuos tienden a sobreestimar determinados eventos de pánico que ayudan a potenciar ese tipo situaciones. Ni hablar de la magnitud de la crisis del COVID-19 donde la incertidumbre llevó a la caída más fuerte de los principales índices bursátiles internacionales en los últimos 30 años, lo que posicionó al VIX (índice que mide la volatilidad implícita de la bolsa de Estados Unidos) en niveles máximos históricos (superando los de la crisis subprime).

Sin ir tan lejos, el mercado argentino es un excelente ejemplo de sesgos de sobre-reacciones y comportamientos irracionales por parte de los inversores. Los activos pricean expectativas de eventos futuros, y con el diario del lunes, es fácil afirmar que en el 2018 el mercado ponderaba de forma excesiva eventos macroeconómicos positivos que muy lejos estuvieron de ocurrir. Ahora bien, ¿no estará ocurriendo lo opuesto actualmente? ¿Tiene sentido que el Merval medido en dólares valga 80% menos que en febrero del 2018?

Claramente, nuestra historia política y económica nos juega en contra. El Rodrigazo, la Hiper de 1989, el corralito del 2001 y el reciente “lunes negro” tras las PASO 2019, siguen en la mente de muchas personas y obviamente afectan a las expectativas. En la mayoría de las crisis locales, los inversores expuestos a activos de mayor riesgo (acciones, bonos, etc.) buscan reducir el riesgo en sus carteras, tendiendo principalmente a dolarizarse. Luego de sufrir caídas significativas en sus inversiones suelen incrementar su aversión a la pérdida y a la ambigüedad prefiriendo optar por las opciones en las que se conocen con mayor precisión las probabilidades ante posibles eventos, dejando de lado los activos de mayor riesgo y potenciando aún más las caídas de estos.

No caben dudas de que la situación macroeconómica actual es delicada y las perspectivas de lo que se viene también lo son. Las mayores regulaciones en los mercados de capitales, la fijación de tasas, el déficit fiscal, la emisión monetaria y la presión inflacionaria, claramente juegan en contra y perjudican las expectativas.

De todos modos, analizando fundamentals y comparables los niveles de precios actuales podrían estar descontando un escenario catastrófico, lo que causa que cualquier noticia “positiva” empuje los precios al alza. Dado que se descuenta el peor escenario, el margen de “upside” de los papeles supera ampliamente al de “downside”, lo que genera ciertas oportunidades para aquellos inversores poco adversos al riesgo que estén dispuestos a soportar la volatilidad que implica estar colocado en Argentina. El mercado viene sub-estimando variables como el acuerdo con el FMI que se avecina y un eventual cambio de color político en 2023, entre otras. Esto lo vemos reflejado en los bonos soberanos en dólares rindiendo cerca del 20%, cuando Ecuador y Sri Lanka rinden 10% y 13%.

Efectivamente, los activos se mueven de acuerdo a las reacciones de los agentes. Cada participante interpreta la información de manera diferente y los mercados reaccionan de forma imperfecta. A menudo, los inversores sobre-estiman sus capacidades de predecir acontecimientos, tal como dijo Daniel Kahneman “La ilusión de que entendemos el pasado, fomenta el exceso de confianza en nuestra capacidad para predecir el futuro”. Muchas veces en los momentos de crisis surgen las mejores oportunidades…

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