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lunes, 29 abril, 2024

Tom Jones, a los 83 años en el Movistar Arena: Un hombre decidido a no parar nunca

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Este lunes 15, en el Movistar Arena, Tom Jones dio su ¿última? presentación en Argentina, como parte de una saga que se inició en los ’70 y que había tenido como escala anterior el Luna Park en 2016. Lo suyo es inusual.

Contexto: hace casi un año, Willie Nelson festejó sus 90 años rodeado en escena de amigos y admiradores. En junio volverá a girar con su propio festival, con Bob Dylan como segundo en cartel. Para entonces Dylan, que hace diez días terminó una gira de dos años y medio, tendrá 83 años.

Tom Jones, quien el 7 de junio cumple 84 años, cantó en las celebraciones de Willie Nelson. Ninguno de los tres, como antes Charles Aznavour o Tony Bennett, piensa en parar. Lo hacen porque quieren y pueden.

Si de veintiún canciones, ocho son de Surrounded by Time (2021) y menos de la mitad entran en el terreno “una que sepamos todos”, entonces el desafío de Jones al espectador casual es por momentos dylanesco. Nuevamente, trajo un espectáculo anti-Las Vegas. Para su costado más show business, Jones tiene su participación en la versión original de La Voz: es infinitamente mejor tenerlo de coach a él en vez de al Puma Rodríguez o Ricardo Montaner.

No debería sorprender que Jones abriese, sólo en compañía de su tecladista, con el estado de situación I’m Growing Old (Bobby Cole). Y que luego entrase el resto de la banda para que, con una base rítmica digna de un grupo alemán de krautrock (música experimental de los años ’60), Jones encarase No Dark Yet, la primera de dos versiones de Dylan. Este grabó esa canción a los 55: “Aún no oscureció, pero se está llegando”. La noche está cada vez más cerca, pero la gloria continúa.

El gran público recién sintió un mimo al tercer tema: el primer gran clásico de Jones, It’s Not Unusual, con otro arreglo. Gary Wallis (ex percusionista en el Pink Floyd post-Waters), baterista y director musical de las giras de Jones, propulsó la canción desde las congas, entre guitarras acústicas.

La banda es completada por dos guitarristas muy versátiles y un bajista. Salvo un par de loops y de unos coros femeninos disparados excepcionalmente, tienen el buen gusto de no abaratar el sonido con imitaciones de vientos o cuerdas.

Acomodado a su voz

Tom Jones vista la Argentina desde los años '70. Su show anterior fue en 2016. En 2024, sigue intacto.Tom Jones vista la Argentina desde los años ’70. Su show anterior fue en 2016. En 2024, sigue intacto.Con el tiempo, Jones ha ido gradualmente bajando la tonalidad de esa canción, acomodándola a cómo su voz fue profundizando su barítono y recortando su registro más alto.

Su canto sigue siendo de los mejores que se puede escuchar a esa o a cualquiera edad. Poderoso, sin abusar del vibrato, con un timbre sin erosiones, un control de la respiración que le permite sostener notas sin problemas, y una capacidad de subir gradualmente a notas altas que, para poder graficarla, haría falta formar una escalera en diagonal con los caracteres de este texto.

De los eternos Bacharach y David, What’s New Pussycat? hace años que ya no es interpretada en tiempo de vals. Alejada de la producción que la hacía sonar como un remix de un clásico perdido, Sexbomb se volvió un shuffle desbordante de blues.

The Windmills of Your Mind, de 1968, que Jones dijo amar desde la interpretación que en ese año grabó Dusty Springfield, lo encontró a él y a sus músicos felices de perderse (y perdernos) en la laberíntica composición de Michel Legrand. Green, Green Grass of Home, que Jones contó haber conocido gracias a un disco country de Jerry Lee Lewis, volvió a traer familiaridad.

Jones traslada la libertad artística de sus últimos discos a los escenarios y se sigue presentando a sala llena. Pero aún si estuvo el típico “canto de la lluvia” de Woodstock, algunos gritos también pidieron alguna que supieran todos. Mientras, Jones hacía la ya clásica Across the Borderline, refiriendo la versión de Willie Nelson. Justamente, Dylan la volvió a interpretar a principios de mes.

Tower of Song, como en 2016, lleva a Leonard Cohen a lugares impensados. “Nací con el don de una voz dorada”, que en boca del canadiense era un chiste autoconsciente, en la del galés es la constatación de un hecho factual.

El público se alegró cuando, con acordeón a mitad de camino entre el texmex y el vallenato y un ritmo del algún lugar del Caribe, llegó Delilah. Si a alguien le molestó que en este clásico Jones se pusiese en la voz de un femicida (es la historia de un hombre que mata a su pareja), no se notó.

El recuerdo de su esposa y de Prince

Tom Jones, en el Movistar Arena. Un show ajustado a una voz que no ha perdido brillo.Tom Jones, en el Movistar Arena. Un show ajustado a una voz que no ha perdido brillo.El momento más personal no fue presentado. I Won’t Crumble with You If You Fall es una canción que Jones tuvo guardada por cinco décadas, pero que ilustra precisamente sus sentimientos ante la muerte de sus esposa Linda en 2016.

Randy Newman suele reírse de cómo él nunca podría encarar su canción You Can’t Leave Your Hat On (el tema del filme Nueve semanas y media) con el tono canchero y portentoso de Jones. Ayer, este volvió a ejemplificarlo. Dos canciones después, el tramo central de la parada del tour Ages and Stages cerró con Kiss; “Un tributo a ese gran genio que ya no está, Prince”.

El primero de tres bises fue Hell of a Life, una última voluntad meditabunda y también celebratoria. Jones se despidió con Johnny B. Goode. Antes, contó que cuando ambos hacían residencias en Las Vegas, un día Elvis Presley le dijo “Vamos a ver al verdadero Rey del Rock and Roll”. Y fueron a un show de Chuck Berry. Si Elvis y Sandro no hubiesen muerto antes de tiempo, ojalá hubiesen tenido un acto final como el de Tom Jones.

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