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viernes, 29 marzo, 2024

Avatar: El camino del agua tuvo una alfombra… azul en Londres

Clarín estuvo en la red carpet, que pasó a ser blue, y por ella desfilaron todos los artistas de la película de James Cameron.

“London, are you ready?”, pregunta un presentador por altoparlante. De un lado, una cuadra de fanáticos grita que sí. Del otro, una hilera de periodistas, fotógrafos y camarógrafos se prepara para la acción. Todas las luces apuntan al centro, a la red carpet o, en realidad, blue carpet. Alfombra azul, para la premiere mundial de Avatar: El camino del agua. En más de seis pantallas gigantes comienza la cuenta regresiva 5, 4, 3, 2, 1. De fondo suena música electrónica. Muchos bailan de la emoción, otros para soportar el frío londinense.

El cambio de color de la alfombra, por la apariencia de los personajes de Avatar, unos humanoides azules que viven en la luna Pandora, ya suena a cábala. Es que James Cameron repite la fórmula que usó hace trece años, para la presentación de la primera Avatar, que se transformó en la película más taquillera de la historia.

Pero ahora, más que un homenaje a los protagonistas de este universo, los 100 metros que recorren las estrellas de Hollywood hasta la entrada del cine Edeon Luxe, ubicado sobre Leicester Square, en pleno centro de Londres, se parecen más a un río, a un camino de agua.

James Cameron, Alan Bergman y Jon Landau, antes de ingresar al cine Edeon Luxe. Foto Disney/Getty El desfile de caras de película (literal) con Cameron a la cabeza arranca antes de las 18. El director de Titanic y Terminator llega entre los primeros y junto a su esposa Suzy Amis. Ella, con un vestido azul, él con corbata del mismo color. Se abrazan, sonríen para las cámaras.

James frena a charlar con uno de los presentadores del evento. Sus respuestas ahora se escuchan por altoparlante y se pueden ver en una de las pantallas gigantes. Suzy avanza unos pasos, pero se queda a mitad de camino frente a la imagen televisada de su marido. Lo escucha hablar de esfuerzo y expectativas, y se emociona.

Sigourney Weaver y Kate Winslet desafiaron el frío en Leicester Square. Foto Disney/Getty Stephen Lang, el malísimo coronel Miles Quaritchel, que vuelve en Avatar 2 de una forma poco convencional, es otro de los que llega temprano. Lo hace acompañado de su esposa Kristina Watson. Cuando dicen su nombre, los fans aplauden.

Llega Sam Worthington Atrás de él, los flashes apuntan a Sam Worthington, protagonista de la película de Disney, y su pareja Lara. Un adolescente vestido de azul le grita “Saaaam” y llora, después prueba con “Jake”, el nombre de su personaje y sigue llorando. Una chica con la cara llena de glitter azul lo abraza e intenta calmarlo.

Kate Winslet volvió a trabajar con Cameron, tras “Titanic”. Foto Disney/Getty Todo es estímulo, brillo, movimiento. Las pantallas con el trailer en loop, los vestidos llenos de piedras. Luces blancas, azules. Los flashes. La música, los gritos. Un descontrol controlado por el staff del evento que se divide entre personas con collares VIP y AAA (All Access Areas).

El lado fan se activa de nuevo con la llegada de Kate Winslet, la querida Rose de Titanic que vuelve a trabajar con Cameron en la secuela de Avatar, interpretando a Ronal, una de las líderes del clan Metkayina, que vive en los mares de Pandora. Ahora rubia, camina rápido por la blue carpet y se abraza con Cameron sobre uno de los escenarios. Hablan juntos para otra cámara sobre la felicidad que les genera coincidir otra vez.

Sam Worthington y la modelo australiana Lara Worthington, en la blue carpet. Foto AFP Zoe Saldaña, Neytiri en la ficción, y Sigourney Weaver, que interpreta a Kiri en Avatar: El camino del agua, son de las más buscadas por los periodistas. Llegan unos minutos después y entran al cine Edeon antes.

La alfombra la completa la nueva generación de actores: los jóvenes Bailey Bass, Jamie Flatters, Trinity Jo-Li Bliss y Jack Champion, que parecen no poder creer lo que están viviendo. “Todo esto es un sueño”, repite Bailey, que se despide cuando le avisan que ya empieza la función. Siete en punto, los talentos desaparecen de ese camino del agua. El brillo se va y las luces se apagan.

Enviada especial. Londres.

POS​

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