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domingo, 5 mayo, 2024

Gran dolor en el mundo de la educación por la muerte de Gustavo Iaies

El “gordo” Iaies, como le decían los amigos, era único. Nadie como él, en el mundo de la educación, tuvo la capacidad que él sí tenía para comunicar conceptos técnicos y complicados en forma sencilla. Por eso siempre lo buscaban de los medios de comunicación cada vez que la cuestión educativa escala en la agenda diaria de los argentinos. Él siempre respondía y nunca desilusionaba. Su cálida voz, sus fuertes convicciones, su apuesta al diálogo serán extrañadas.

A Gustavo Iaies la muerte lo encontró en medio de su rutina habitual, es decir, trabajando. Trabajando fuerte. Además de un gran comunicador, Iaies era una fábrica de proyectos. No terminaba uno y ya estaba juntando voluntades para arrancar el siguiente.

En estos momentos, por ejemplo, estaba iniciando una investigación sobre los sistemas educativos en las ciudades medias de la Provincia y armando una carrera de grado de Educación en la Universidad del Museo Social Argentino, entre otras tantas iniciativas.

Habrá que decir que la capacidad que tenía Iaies por comunicar no se debía para nada a una cuestión técnica. Ahí no había coaching ni libretos aprendidos. Era simplemente su calidad humana, la pasión que ponía en lo que decía y su empatía.

Siempre era un placer hablar con él sobre los temas más diversos, claro que la charla normalmente desembocaba hacia la educación, las políticas educativas, la posibilidad de que mejoren las escuelas. Su gran devoción.

Ya de joven Iaies se dedicó a la educación. Fue maestro de una escuela del Conurbano durante mucho tiempo. Luego, en muy pocos años, terminó la licenciatura en Educación en la UBA y siguió estudios de especialización en Israel. A la vuelta arrancó en un colegio privado porteño con un proyecto pedagógico moderno al que terminó dirigiendo.

Su recorrida por las aulas y la dirección de escuelas fue la sólida base que lo nutrió para iniciar, ya a mediados de los noventa, una nueva etapa ligada a la investigación sobre el sistema educativo y la asesoría en los sectores público y privado.

Fue asesor del entonces diputado Andrés Delich en la Comisión de Educación de la Cámara Baja, a quien luego también acompañó en el Ministerio de Educación nacional, tanto como asesor como viceministro.

La experiencia recogida en la función pública llevó a Iaies y a Delich a crear luego el Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP), una organización que se especializó en la investigación y asesoría en políticas públicas educativas.

Por entonces, y también junto a Delich, escribieron el libro “Política Educativa: ¿Es posible?”. Una pregunta que aún parece no encontrar respuestas.

Mientras avanzaban las investigaciones en distintos países de la región (publicó varios libros) y el asesoramiento para organismos como el BID, el Banco Mundial y la Fundación Adenauer, Iaies siguió formándose. Entre 2004 y 2005 hizo una maestría en Educación en la Universidad San Andrés. También creó, junto a Delich, la editorial EDIBA de libros sobre la temática.

A partir de 2005 Iaies entendió que el cambio educativo no iba a producirse si la sociedad no tomaba partido por el cambio. Fue entonces que se decidió a tener más protagonismo en los medios de comunicación, algo que logró con mucha eficacia.

Mientras tanto avanzaba su vocación política, que lo llevó en el año 2015 a acompañar a Sergio Massa en las elecciones presidenciales de 2015. Iaies apareció como la referencia educativa de ese espacio y futuro ministro de Educación si Massa ganaba. Hasta hoy Iaies seguía acompañando a Massa, aunque ahora con un poco más de distancia. De hecho, durante la pandemia se convirtió en una de las voces que más reclamaron la apertura de escuelas. 

Multifacético, Gustavo Iaies no paraba. El domingo por la mañana dio una entrevista a Radio Rivadavia. Fue la última, por la noche tuvo un pico de presión y lo internaron en el Hospital Alemán. Por entonces nadie imaginaba el desenlace.

El martes los médicos le detectaron una infección y le aplicaron antibióticos. Aunque molesto por la situación, Iaies seguía con su actividad habitual y hasta hizo una videoconferencia de trabajo desde el hospital.

Pero los antibióticos no respondieron: el miércoles creció la infección y la fiebre y se produjo una insuficiencia generalizada, que más adelante obligó a los médicos a entubarlo en terapia intensiva. No hubo caso: la luz de Iaies se apagó este viernes por la tarde. El domingo, el día de la internación, había cumplido 59 años.

En las redes y en mensajes privados sus amigos y conocidos aún no salen de la conmoción. Evidentemente Iaies no era sólo una persona muy escuchada, sino también muy querida.

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