Muchas veces nos despertamos sobresaltados por culpa de un tirón muscular y las piernas agarrotadas sufren por un instante un dolor que se torna insoportable.
Estos dolores conocidos como calambres, contrariamente a lo que se cree, no son pasajeros y, más allá del mal momento, deberían ser motivo de consulta médica.
Los calambres aparecen muchas veces de repente al finalizar una actividad física que implicó un esfuerzo muscular importante.
También aquellas personas que pasan la mayor parte del día de pie, caminan mucho o tienen várices son propensas a padecerlos.
Como el origen de la enfermedad es difícil de detectar, los especialistas aconsejan (en especial a aquellas personas que los sufren cotidianamente) controlar la dieta y hacerse un chequeo.
Los calambres que se presentan en muslos y pantorrillas suelen tener su origen en una mala alimentación o en un cansancio excesivo. Pero por las dudas, lo ideal es descartar la posibilidad de que se deban a un problema cardiovascular que pueda terminar en una afección cardíaca.
En relación a la alimentación, los especialistas aclaran que generalmente las personas que padecen calambres son aquellas con bajos niveles de potasio, magnesio, sodio y calcio.
La falta de magnesio se soluciona incorporando a la dieta verduras de hoja, porotos, lentejas, banana y pescado. En caso de que se necesite mayor cantidad de calcio, la solución está en incrementar el consumo de calcio y sus
derivados. Para los que necesitan aumentar el nivel de sodio, las comidas deben ingerirse con sal y en el caso del potasio, lo ideal son los jugos de fruta, la espinaca y el tomate.
Por otro lado, practicar deportes sin el estiramiento adecuado también se convierte en un factor desencadenante. Pero en el otro extremo, la elongación excesiva puede provocar una contracción mayor que la que se tenía con el calambre.
Otros factores como el cigarrillo, el exceso de alcohol y usar ropa muy ajustada pueden ser los responsables de la aparición de calambres.